miércoles, 7 de febrero de 2018

El momento que no sale en la foto más bonita.

Hay un momento en cada viaje que no sale en la foto más bonita, un momento en el que el tiempo se estanca y sin saber el porqué se queda impreso para siempre entre tus postales del lugar. A mi me pasa cuando se descorre el telón de un monumento de una manera imprevista, cuando vas andando y de repente te topas sin esperarlo con esa imagen que has visto tantas veces en documentales y que no te crees tenerla en frente. Me pasó al ver el Taj majal y me volvió a pasar hace no mucho ante el Doumo de Florencia.

El segundo momento es el de la calma, el de la primera cerveza fria, el de la primera tarde al dejar el hotel, o ese otro en el que, si vas de trabajo, vuelves de regreso ensimismado pensando en la tarea cumplida. Recuerdo el regreso de Rio a Niteroi en el ferri que los conecta, la mañana en que abrimos los brazos ante el puente de Sidney o el almuerzo viendo el hielo azul de Perito Moreno.

Cada una es un momento distinto, con unas circunstancias y motivaciones distintas para viajar pero todas ellas con un regusto apacible al recordarlas. Y es que quizás sea eso viajar: llenarse la cabeza de imagenes, recuerdos, conversaciones, personas que poder traerse a casa para los tiempos de sedentarismo e invierno.






 

4 comentarios:

  1. Lo que veo es que viajas mucho. Yo hay fotos que no hago, cuando el momento me deslumbra, me sobrecoge, soy incapaz de hacer una foto.

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  2. Viajé en tres años la cuota de viajes de toda mi vida. Ahora gotea alguno de tanto en tanto.
    Al salir de comer en Florencia, estaba lluvioso y ver aparecer el doumo entre las casas se me reprento como cuando una noche te das cuenta de esas luna llena grande y azul.
    Yo también decía eso, pero hubo un viaje a lanzaroteño sin cámara del q ahora lamento no tener alguna foto.
    Abrazos.

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