martes, 29 de marzo de 2016

La fábrica del Emprendedor Jorge Moruno Opinión, reflexión y crítica.


Cada vez estoy más seguro de que nos han ganado la partida. Lo laboral ha invadido nuestro espacio personal, nuestro cuarto silencioso, la privacidad e incluso la intimidad de nuestras vidas. Primero nos pidieron motivación, luego lograron nuestra implicación, ahora nos exigen militancia. Diluidas las fronteras usurparon nuestro espacio y cualquier dia se sientan en nuestro sillón y se acomodan en nuestra cama con o sin nuestra mujer dentro.
También nos han ganado en el leguaje.Utilizamos palabras llenas de balances, activamos sueños, apalancamos futuros, maximizamos frases optimizadas. Tenemos amigos con un target definido y segmentamos amantes de cara a una implementación de estrategias de desarrollo sostenible que nos garanticen beneficios netos homologables a las ratios de referencia.
Y de esto va La fábrica del emprendedor de Jorge Moruno: de la invasión de la vida personal por parte de lo laboral. De la renuncia a la libertad personal a través de la sumisión al endeudamiento y al contrato de trabajo de plena disponibilidad. De la concepción de la ciudad como un gran escaparate; ya no somos ciudadanos, somos clientes; ya no vienen viajeros vienen compradores, ya no desarrollamos nuestra personalidad sino que debemos tener una marca personal que incremente nuestra empleabilidad “visualizada” en el mercado de trabajo.
Y al final de todo y sobre todo, tenemos que ser emprendedores (emprendeudores). Ese espacio difuso y perverso en el que “somos empresarios todo el dia” cuando desayunamos, cuando dormimos, cuando tenemos un gatillazo con la parienta (o la vecina) por culpa del patrón opresor (sic), cuando tomamos una cerveza con la tarjeta en la mano. “nunca se sabe donde puede conocerse a un nuevo cliente”. El guasap de trabajo, mezclado con el personal, la foto en bolas de Kate Upton que nos manda nuestro proveedor financiero junto a la actualización de los tipos de interés y el escandallo de la nueva linea de productos.
Y esto es el resumen con mis palabras de lo que en esencia se cuenta en el libro. 

El libro no esta bien escrito, el tal Moruno no es ni mucho menos Garcia Marquez, ni siquiera está bien estructurado, pero, a pesar del torrente verborreico de esta gente que les hace muy cansinos en la forma, es cierto que lo que se expone nos obliga a darle al magín, que no es poco, respecto al contenido de la invasión de la vida personal por lo laboral-empresarial. Lo malo viene cuando pasa de la correcta e incisiva descripción del problema a sus peregrinas propuestas de solución.
El libro cae en la narración simplista de la mercadotecnia podemita, en donde los problemas solo tienen una causa y el argumento ad hominem hace que los malos nunca hagan nada bueno y los buenos (o sea nosotros) nunca hagamos nada malo. Utiliza la estrategia de generar un discurso narrrativo, adornardo de referencias historicas (discutibles aunque nunca discutidas en el libro) y se ahonda con valentía en territorios de conocimiento de los que tiene nociones vagas cuando no sencillamente erráticas.
Pero bueno, tampoco hagamos de eso un drama, ya que es el rasgo actual de nuestro estado de “apología de la divulgación” mucha navegación poca profundidad y poner al mismo nivel la opinión y el estudio sesudo. Todo se explica en el mundo efimero y sencillo (digo simple) de los 140 caracteres y la tertulia de luxe del sabado noche en la sexta “mireusteddejemeterminarqueyonoleheinterrumpido”

En el libro “El método podemos” de David Alvaro y Enrique Fonseca que me lei en verano, explican muy bien este marketing podemita: Cojamos actuaciones malas e indicutibles de seres odiosos y corruptos. Expliquemos la crisis actual con una única causa (solo una) y hagamos de ella un único reponsable (solo uno) que será el malvado al que hemos descrito antes y sus amigos. Ni una pizca de autocrítica, la culpa la tienen (siempre) ellos.El que nos lleve la contraria es de ellos.Y luego pintemos un principe azul (perdón morado) con rasgos, similares a los nuestros, que vendrá de manera mesiánica (y asamblearia) a liberarnos de las garras del mal. O sea nosotros seremos vuestros heroes.

Pues lo dicho, un libro muy interesante que da que pensar si eres capaz de pasar por el tamiz que separa lo sociológico (esto si que domina el autor) de lo económico-politico (donde el mitin se come a la narración). Y sabiendo que incurre en lo que achaca, ya que se construye un marco conceptual propio (Lakoff y su elefante en el recuerdo) donde el emprendedor es sólo, lo que él dice que es. Yo al menos veo y conozco a emprendedores y empresarios donde el sacrificio y la iniciativa superan con mucho la descripción grotesca que hace de ellos Moruno.

Compradlo, aunque en el epublibre está colgado por si quereis hacer una lectura colectivizada y gratuita para no enriquecer a las malvadas editoriales que encadenan y fagocitan la plusvalia intelectual del escritor libertario que firma el libro comentado.

domingo, 6 de marzo de 2016

Un findesemana de marzo

Enfoco y desenfoco las luces y las sombras. Intento diferenciar los visionarios de los iluminados y se me apaga el día en el intento. La tarde cae cansina y somnolienta al final del domingo y regresan los fantasmas del lunes con sus salmodias y sus letanías. Camino diblando baldosas, bebiendome las nubes en cada suspiro e imaginandome mañanas en este claroscuro de marzo.Tenía nostalgia de mar, y es que no puedo vivir tanto tiempo sin este horizonte azul y sin sentir esta arena fria en los pies. No puedo vivir sin oir las olas, sin rozar la brisa, sin notar la resaca que me lleva mar adentro como en un sueño templado.
Por la mañana hemos ido caminando con mi hijo pequeño a comprar el periódico y le he cambiado diez besos por una fanta de naranja. Ayer mi mujer me cambió una cena en Sitges por hablar solo de chorradas y chismes sin trascendencia durante un rato. Por la tarde cambiamos la sobremesa por un golportero en la arena y en premio todos, hoy nos hemos regalado una comida de esas de cuina casera con xato, alcachofas, calçots y algún animal acuático.
Quizá haya que robarle finesdesemana al año para que no se nos haga bisiesto, dias al frio para apresurar al verano y darle razones a lo cotidiano para que huya de lo normal, solo eso.